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Tus hijos ¿son lo primero?

No cabe duda que el divorcio o separación de los progenitores constituye un hecho doloroso y estresante para los niños y niñas que lo sufren. Sin embargo, más que la ruptura de la pareja en sí, son los conflictos y alteraciones asociados los que generan trastornos de diversa índole en los menores. Entre estos conflictos nos encontramos la separación prolongada de uno de los progenitores, la discordia permanente o la falta de implicación y apoyo del padre o la madre en la vida del menor.

podemos separarnos como pareja, pero no debemos hacerlo como padres

En no pocas ocasiones, la ruptura marital supone para los hijos un proceso de adaptación que a veces conlleva una dejación o cambio de normas disciplinarias, bien por la situación estresante que viven el padre y/o la madre, bien como forma de compensar a los hijos por el duro trance que están pasando o como manera de ganarse el favor de los hijos a través de una mayor permisividad, contraviniendo las normas de la otra parte.

si amas a tus hij@s no les hagas elegir

La situación se agrava  si tras el divorcio cualquiera de los progenitores inicia una campaña  de difamación contra su ex pareja en presencia del hijo o la hija. Son los menores las víctimas de esta inducción, quedando sumergidos en una vorágine de descalificaciones que termina creyendo y haciendo suyas las ideas que se le instilan (Síndrome de Alineación Parental). Estas difamaciones  contribuyen a deteriorar la relación materno o paterno filial, constituyendo en no pocas ocasiones un factor de riesgo para la violencia filio-parental.

la separación debe tener como finalidad el cese de las disputas familiares

Si bien es cierto que la familia puede ser una fuente de bienestar para la persona, también es verdad que puede contribuir al desarrollo de problemas de desajuste en sus miembros. En estos casos, la ruptura de la pareja puede ser la opción menos dolorosa siempre y cuando cesen las disputas que llevan vivenciando los hijos, víctimas principales de toda esta situación.

Podemos separarnos como pareja, pero no debemos hacerlo como padres. Si verdaderamente amas a tus hijos no les hagas elegir ni les prives del cariño, el vínculo y el afecto de su progenitor o progenitora.