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Bullying

Aunque mucha gente lo desconozca, los efectos del bullying no terminan cuando se abandona el centro educativo. Las secuelas sufridas en el cuerpo y mente de las víctimas quedarán grabadas de por vida en forma de hostilidad, problemas de ira, desarrollo de enfermedades físicas o trastornos como la fobia social o el miedo a situaciones que conlleven una exposición pública.

El predominio de estudios sobre las agresiones físicas se ha visto ampliado para incluir la violencia relacional, que al igual que las agresiones manifiestas,  tiene como finalidad dañar la reputación del otro, las relaciones sociales o los sentimientos inclusión por parte del grupo de compañeros.

nadie debe ser objeto de vejaciones o burlas

Ambos tipos de violencia se han asociado a una serie de consecuencias altamente nocivas para las víctimas como el bajo rendimiento académico, el absentismo escolar aduciendo malestar físico, problemas de relación, de soledad y de autoestima. También es frecuente la  sintomatología ansioso-depresiva y el riesgo de ideación o conducta suicida como escapatoria al sufrimiento que padecen diariamente.

la respuesta de algunas víctimas hacia los agresores o centro educativo puede llegar a ser de dimensiones inesperadas

Muchos pacientes refieren como el sobrepeso durante la infancia les convirtió en víctimas de comentarios ofensivos, mientras que para otros el estrés relacionado con el bullying desembocó en hábitos alimentarios poco saludables en un intento de evasión ante la presión que les suponía la situación de acoso.

atajar el problema desde el principio es clave

Una de las consecuencias peores del bullying para las víctimas es la sanción social de contarlo a los adultos, ya que les convierte en chivatos, en objeto de manía y de represalias que aumentan la victimización. Por tanto el uso de la ocultación y la mentira es la única herramienta que contemplan para afrontar el conflicto.

Todas estas circunstancias se ven agravadas por dos motivos:

En primer lugar, es bien sabido que actualmente el uso de la violencia o del acoso por parte de los adolescentes es un  medio de obtener, mantener o mejorar el  estatus o reputación en el grupo de pares. Por lo tanto, la pertenencia a un grupo que practica el bullying tanto como agresor, espectador o testigo, parece que tiene más ventajas que la no pertenencia al mismo.

En segundo lugar, la persona no deja de ser víctima cuando sale del centro educativo, ya que las nuevas tecnologías como herramientas de acoso (cyberbullying) le impiden deshacerse de su rol de víctimas, encontrar otras amistades y la tranquilidad en sus casas.