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Porque NO quiero

En la vida nos encontramos ante situaciones en las que accedemos a realizar determinadas demandas por no saber decir NO. Puede que un amigo te pida dinero prestado, que tu hija te requiera para quedarte cuidando a tus nietos los días que vas a aquagym, que te ofrezcan un aperitivo cuando no tienes hambre,  que tu compañero necesite que le suplas en tu día libre, que te insistan para salir,  que te inviten a un postre…  y que a pesar de que no te apetezca o sea un inconveniente para ti no seas capaz de negarte.

Un NO a tiempo evita perder los papeles y por ende la razón

El temor a decir NO puede ser por varios motivos: timidez, sumisión social, miedo a defraudar o a ser rechazado, intentar agradar a toda costa o falta de seguridad en ti mismo entre otros.  Sin embargo, está comprobado que  la mayoría de la gente respeta más a aquellos que saben decir NO, que a las personas que son fáciles de dominar y que están siempre dispuestas a hacer todo lo que se les pida.

Agradar a los demás forma parte de nuestra educación, por ello muchas personas  piensan que si se dan prioridad son egoístas, pero esto no es verdad. Está siendo egoísta quien no respeta tus deseos e intentan manipularte o chantajearte emocionalmente para que accedas a sus peticiones.

¿Depende tu autoestima demasiado de la opinión ajena?

Cuando alguien te pida que hagas algo que a ti no te apetezca, te venga mal o te parezca abusivo, no contestes inmediatamente. Retrasa tu respuesta, dile a esa persona que luego le llamarás para decirle si aceptas o no. De esta manera evitarás contestar automáticamente, así tendrás tiempo para valorar lo que te pide y negarte de manera asertiva. Si la respuesta no puede esperar, no busques mil excusas o justificaciones, di NO con un tono amable pero con firmeza.

No puedo, tengo cosas que hacer”.

“Gracias, pero estoy muy cansado, otro día me animo”.

“No tengo apetito, gracias”.

“Respeto tu opinión pero no estoy de acuerdo”.

“Ya he comido bastante por hoy”.

Al principio puede que te sientas mal o egoísta, pero poco a poco cuando valores los beneficios de no ceder, sentirás que haces lo correcto y cada vez te resultará más fácil. No obstante, en ocasiones es bueno hacer sacrificios por los demás, y con frecuencia los hacemos de buena gana porque la otra persona nos importa.

cuanto más cedes, con más derecho se sienten los demás a exigirte

Además, una negativa no tiene que ser siempre definitiva, algunas veces puede ir acompañada de una alternativa: “que hoy no pueda estar disponible para ti o hacerte un favor, no implica que en otro momento no puedas contar conmigo”. En cambio, a veces, tras hacer ese sacrifico te sientes enfadado, utilizado o incluso débil. Esas emociones son la mejor guía  que puedes tener para saber y tener claro cuándo debes decir NO.